martes, 21 de julio de 2009

ASAFIO

¿Cómo es la vida?
La avenida principal es ahora un camino lleno de escombros y basura, las huellas de está maldita guerra se mantienen en cada puesto de control sanitario o lugar de vigilancia. En sus mejores tiempos las estructuras se levantaban casi por si solas, cada semana, cada mes y los rayos del sol luchaban para entrar en esta ciudad y el viento se viciaba con la contaminación de los automóviles, de las fabricas y de nuestra insignificante pequeñez ante la vida.
En una especie de juego local macabro o rebelión contra las consecuencias de los actos de personas sin escrúpulos la vida es una porquería, en varios sitios, en diferentes regiones que no tienen nada en común, existe la miseria y la decadencia de una raza débil destinada a desaparecer en poco tiempo. La locura de los habitantes en repetidas ocasiones juraban por lo mas sagrado en sus vidas y por su maltratada fe, que el escombro de las calles desaparecía por espacios de tiempo. También se rumoraba que alguien llegaba en las noches y retiraba los escombros de su ubicación y durante un día se contemplaba el lugar limpio como en sus mejores tiempos. Todos los locos y las dementes perjuraban sobre las maravillas de estos milagros.
Que un dios reparaba la tierra para su llegada o remodelación y al siguiente día por desgracia se volvía a cubrir de escombros los edificios o estructuras que en instantes fueron bellos y gloriosos, se trasforman o vuelven a su estado natural, son tan peligrosas sus ruinas que se corre el peligro de derrumbarse en cualquier momento.
Edificios en ruinas que aparecen durante unas horas intactos. ¡Que estupidez! Para después aparecer completamente destruidos. En mi vida de combatiente nunca he visto algo como eso.
“Debe ser hechicería o artes malignas de esa gentuza que viene del sur, ellos son de lo peor”. – Tienes razón auro.
Las personas hablan por hablar de brujería o hechicería, es natural, son unos ignorantes, unos obsesivos de fe, parecen esclavos. Eso de creer en algo solo por creer, no conozco a ningún científico de los pocos que quedan o uno muerto, ellos lo relacionan con una reacción colectiva positiva, yo nunca había contemplado el fenómeno.
“Tu no crees en nada corazón, o si.” -En mi opinión querida son puras habladurías para desviar la atención de otras necesidades. Aunque ahora los cimientos de una gran capital son solo ruinas en su lugar hay basura por todas partes…
“Te estas saliendo por la tangente cariño.”
Quien va a creer que los pedazos de madera y escombros desaparecen por si solos, todas los caminos parece un lecho de un río contaminado y seco, revuelto con desperdicios de vidas extintas y suciedad cotidiana.
“¿Esa vidas a ti que te importan cielo? Tu cegaste varias de ellas, ya no te acuerdas.”
Yo no tengo la culpa que los sobrevivientes lo hagan en casuchas de perros hambrientos con sus puertas improvisadas sugiriendo todo el tiempo que no pasa nada.
“A los muertos les alegraste el día mi vida, dime…”
Bien sabes que algunos de ellos, me conocen y por miedo respetan el calibre de las balas, otros esperan el momento indicado para matarme y despojarme de mis armas.
“¿Qué harás esta noche querido?”
Haré la ronda y si continua, sin contratiempos podría hacer un espacio para una visita tuya querida mía. Desearía un poco de descanso a tu lado para desprenderme de estas obligaciones o voy a terminar como los miserables asafios que rondan por la tierra sin propósito alguno.
Aparentemente a estos desgraciados el polvo y las cenizas que ingirieron quemaron sus paladares al intentar alimentarse de la tierra, fue cuando se escasearon los alimentos, con la ley marcial. Van de un lado a otro mendigando atención medica y humanitaria, son inofensivos en su locura ruegan al cielo o a sus dioses que una bala los arranque de su miseria. Tardan en morir como tres semanas sin error a equivocarme, son tan cobardes para suicidarse ellos mismos y yo no gasto una bala en asuntos sin importancia.
“Estas tan seguro mi amor, tal vez una bala te quite cualquier sufrimiento y dejes por fin de atormentarte, por cosas insignificantes y sin valor. Tal vez llegue el momento de revalorar tu vida. Vamos cariño espero lo mejor de ti, para mi, no me defraudes…”
Llegara ese momento y también voy a comer tierra hasta el hartazgo, el paladar se convertirá inoperante y será mi ultimo aliento, tardare veinte noches para agotar mi voluntad y deambular como un perro en busca de un lugar para morir.
“También vas a querer una bala en tu cuerpo querido y no creo que alguien se preocupe mucho y quiera gastar una bala en ti.”
Bastara una bala o la muerte accidental para calmar los nervios y aquella grotesca mueca de hambre que son uno de tantos horrores observados en la ronda matutina por la calle principal.

Mi vida sin ti.
En un silencio de varias horas no encuentro la razón de mis pensamientos sinsentido alguno, tampoco en la seguridad de esta oscuridad de un rincón donde el duelo de la luz del sol logro la ausencia de cualquier irremediable dolor, de no poder ver mas, de no lograr mirar mas allá de las narices… de contemplar mi soledad.
¿Por qué estoy aquí abandonado ante la vida? ¿Por qué no dejo de existir para ser, un poco más despreocupado? No lo se… dejar que la vida se vaya y me deje en paz.
“Yo iré a donde tu vayas…” Esas son tus palabras, palabras sin sabor, sin corazón, cuyo significado atropella mis sentidos, son esas palabras que destrozan mi vida. Las escucho una y otra vez.
“Yo iré a donde tu vayas…” Todavía no entiendo nada, esta situación desbarata mi cuerpo, no comprendo o nunca lo entendí, haberte profesado una religión desde el amanecer hasta al crepúsculo, una y otra vez durante los días de mi vida desde que te conocí. Cuantas promesas fueron…
Estoy confundido con tu boca y con tus manos, estoy perdido en tu cuerpo, por no saber encontrarte en medio de la densa oscuridad, esas manos buscan con desesperación mi rostro destrozado que aun espera encontrar el tuyo en alguna parte, en algún lado, esas manos lo examinaran como si fuera un doctor que busca con los dedos un tumor en la región subcutánea.
El sudor escurre desde los cabellos hasta los ojos por intentar ver algo; una boca ampulosa de deseo de besarme, unos ojos llenos de llanto al no mirarme, una nariz que no puede respirar sin tenerte a su lado.
Sentado en el piso que con su frío daña lentamente mi cuerpo, agotado de los músculos, de los brazos y de las piernas, apenas siento los pies. El estomago rechina de hambre y sin ropa la humedad quiere conquistarme, despacio muy despacio por que me desea.
¿Dónde estoy? Esta maldita fatiga limita cualquiera de mis movimientos, la cadera parece aceptar mejores momentos, pero es su trabajo intentar con fallidos esfuerzos levantarse del suelo con todas las demás extremidades entumidas o adoloridas.
¿Qué paso en mi ausencia? Poco a poco las pupilas se dilatan para acostumbrase a la negrura de un lugar extraño, amplio de pared a pared que aun no encuentro. ¿Cómo puede haber sucedido tal desgracia? Las piernas ya no responden ante las órdenes de avanzar o de moverse, hay que traspasar ese umbral del dolor o recargarse lo necesario en alguna pared.
A ese bello tacto se percibe la humedad en mis piernas, todavía funciona, el sitio es un lugar lleno de vacío, falto de calidez y carente de ti.
Es difícil concentrar en busca de una respuesta lógica o delirante sobre este lugar de locos o de simples mortales, pero al fin y al cabo desagradable, podrido desde sus cimientos invisibles y sus paredes intocables como son sus techos inexistentes.
Hoy, todo se vuelve difícil de entender, de explicar y no se que hago aquí, no entiendo, las preguntas pasan o caen igual que las gotas de la lluvia, constantes, precipitándose ante la ignorancia y desgarrando la ignorancia de mi cabeza, tantas veces si es necesario.
¿Dónde demonios estoy? ¿Cómo llegue aquí? ¿Quién soy?

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